Que hay
motivos suficientes para censurar al PP, nadie lo pone en duda, es más, había
ya motivos suficientes para que no hubiese accedido al gobierno tras las
últimas dos convocatorias electorales.
La falta de perspectiva política, de quienes hoy consideran la censura una obligación ética
pero no fueron capaces de favorecer con su abstención la investidura de Pedro
Sánchez como Presidente del Gobierno, por una parte y la incapacidad del PSOE
para mantener una posición coherente, con lo previamente decidido, de no
facilitar un gobierno del PP por otra, explican el bloqueo político que
padecemos.
Son estas
equivocaciones, de hondo calado, los antecedentes que condicionan el presente.
Un presente que podía preverse sin grandes dificultades, al menos en materia de
corrupción, nuevos casos continuarían aflorando, los procedimientos judiciales
abiertos continuarían su curso, la financiación ilegal del PP quedaría cada día
más acreditada.
Y en estas
estamos, cuando sin esperar a nada ni a nadie, Pablo Iglesias sorprende a
propios y extraños anunciando una moción de censura "por el bien de nuestra patria y de sus gentes y pueblos".
Si la moción
de censura tiene por objeto únicamente hacer propaganda y resulta indiferente
su resultado, es evidente que se puede hacer de cualquier manera, en cualquier
momento y por cualquier motivo. Ahora bien, si lo que se pretende es quitar al
Presidente y al Gobierno, la cosa ya cambia, porque precisa proyecto, programa,
candidato, alianzas y una larga lista de compromisos que la hagan posible.
Si esta
segunda fuera la opción de Podemos, está claro que no han empezado de la mejor
manera. Y es así, porque no han hablado ni con los suyos, ni con los demás
grupos parlamentarios previamente al anuncio, porque saben que el PSOE está imposibilitado
por las primarias en curso y porque sus relaciones con los demás grupos de la
cámara no solo no han mejorado sino que han empeorado, especialmente con
Ciudadanos, y algo fundamental, ningún candidato de Podemos y menos Pablo
Iglesias podrían ser los candidatos a sustituir a Rajoy en una posible moción
de censura, en tanto en cuanto, no son el primer partido entre los llamados a
hacer triunfar la referida moción. Lo que sitúa a Podemos como un actor
necesario en la moción de censura pero no como el actor principal.
No deja de
ser curioso que la carta que Iglesias remite al presidente de la gestora del PSOE,
después de anunciar públicamente la moción, empiece diciendo, "Soy
consciente de que no compartís nuestro criterio" para terminar diciendo,
nuestra obligación “es tratar de convenceros para que cambiéis de actitud”,
reiterando la lógica que tanto gusta a Pablo Iglesias, si me das la razón y haces
lo que yo quiera te absuelvo y de lo contrario te condeno como parte de la
“trama”.
Corresponde
entonces señalar con el dedo a los responsables del fracaso de la operación,
que no serán otros que el resto de las fuerzas de oposición que no secundaron
la iniciativa y que de esta manera se hacen cómplices de Rajoy y de la
corrupción reinante.
Y que mejor
para ello, que ponerse a salvo legitimándose ante los propios, organizado una
de las famosas consultas de Podemos donde únicamente cabe una respuesta, si no quieres
parecerte a un idiota.
¿Quien no está
de acuerdo con una moción de censura, en
una situación excepcional, provocada por una corrupción estructural, donde las
instituciones del Estado están siendo utilizadas para fines delictivos, tal
como recoge la pregunta?.
Con toda
seguridad, más de uno se preguntará, ¿es una moción de censura condenada al
fracaso lo que los trabajadores de este país necesitan?, una nueva frustración
para unos y un nuevo éxito del PP, ahondar más la brecha entre quienes, guste o
no, estarían llamados a censurar y sustituir a este gobierno.
Se ha especulado
en estos días, sobre ejemplos y declaraciones que justificarían una moción de censura,
incluso cuando el gobierno tuviera mayoría absoluta, en orden la visualizar la
alternativa. Es evidente que una moción de censura también tiene espacio político
en dicha coyuntura, esto es, cuando es imposible ganarla, lo que no tiene lógica
es presentarla para perderla cuando es posible ganarla.
Parece claro
que hay mejores opciones, primero no despegar el foco de los casos de
corrupción que hoy están encima de la mesa para llevarlo a la moción de
censura, segundo esperar que el PSOE celebre las primarias, tercero buscar
espacios de entendimiento y colaboración entre las fuerzas de oposición, cuarto
restablecer la confianza y determinar un programa de mínimos para sustituir al
gobierno, quinto promover la moción de censura cuando se tengan los apoyos
necesarios, el programa y el candidato.
Pero por
desgracia, no estamos ante las mejores opciones, estamos nuevamente ante la
propaganda, el regate en corto y la búsqueda de la notoriedad con la que tapar
un deficiente trabajo parlamentario.
Andrés Hidalgo
Andrés Hidalgo
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