miércoles, 3 de agosto de 2016

Esto de formar gobierno es un sindiós



Esto de formar gobierno es un sindiós, parece que todos los partidos optan por hacer precisamente lo contrario de lo que cabría esperar de cada uno de ellos, será por los calores del verano, será porque la nueva política obliga a cambiar tanto las maneras de hacer que al final ya nada tiene sentido, seguro que la derecha terminará encontrado la manera de quedar encima como el aceite.

Así el PP ha conseguido ya que mucha gente piense que la investidura de Rajoy es un problema de los demás partidos, especialmente del PSOE, y que corresponde a ellos remover los obstáculos que hoy impiden la elección de Mariano Rajoy como Presidente del Gobierno, de tal manera, que si no resulta investido será por culpa de los demás y no por su incapacidad para sumar diputados a su candidatura. Incluso no tiene reparo en amenazar, de no permitirse su elección, con la repetición de elecciones donde a todos les ira fatal menos a ellos.

Ciudadanos que claramente se muestra favorable a un gobierno del PP, sin embargo le niega los votos que permitirían a Rajoy alcanzar el umbral de su posible elección, nada más lógico que votar a favor de la investida de Rajoy si eso es lo que se desea, pero parece más interesado en arrastrar al PSOE en esa dirección que en alcanzar su objetivo. El resultado de las elecciones parece que en alguna medida les ha trastornado un poco y les lleva de un lado a otro, persiguiendo una hipotética utilidad centrista que no se reconocerá como tal al acercarse al PP; con toda seguridad les iría mejor condicionando de manera significativa un posible gobierno del PSOE.

El PSOE que razonablemente tendría que desear el fracaso de Rajoy, en tanto en cuanto, solo cuenta con un tercio de los votos y está prácticamente aislado, pues nadie quiere pactar con él, invita día tras día al PP a formar gobierno recomendándole que negocie con las derechas, incluidas las separatistas, y se adjudica de mano el papel de oposición, cuando todavía no hay gobierno al que oponerse, Pedro Sánchez parece más interesado en ocupar la plaza de jefe de la oposición que en su posible investidura como presidente.

Muchos hubiéramos esperado y deseado que desde los días siguiente de las elecciones del 26-J Sánchez se hubiera inclinado por anunciar que de fracasar Rajoy, le correspondería a él someterse a la investidura y pedir para su elección el apoyo de cuantos se hubiera opuesto a Rajoy, con independencia de los mayores o menores niveles de acuerdo previo a la votación. Quienes no quieren que gobierne Rajoy, no tendrían otra posibilidad que la de hacer presidente a Pedro Sánchez; sabiendo que los posteriores trabajos parlamentarios permitirían condicionar en mayor o menor medida la vida política con arreglo a la correlación de fuerzas surgida de las elecciones del pasado junio.

No hay que ser un lince para advertir que Podemos no está haciendo todo lo que está en su mano por evitar un gobierno del PP y en lugar de mostrar su disposición de apoyar al PSOE para que ni por acción ni por omisión el PP gobierne, continua hablado de un gobierno de coalición al que incorporarse, a la vez que azuzan las dificultades internas que el propio PSOE tiene, poniendo de relieve el gran peso de las posiciones derechistas de significativos dirigentes socialistas. Parecen más interesados en que se cumpla su profecía y el PSOE termine absteniéndose para que gobierne el PP que en lo contrario, circunstancia esta que explica su comportamiento, dicen pretender una cosa pero hacen justo su contraria.

Así las cosas, pareciera que nadie sabe lo que quiere y que estamos abocados al desgobierno, pero la realidad es que intereses de segundo orden, más cercanos al papel que cada uno quiere jugar que al papel que se necesita que juegue, se han impuesto sobre lo que razonablemente serían las prioridades, al menos en la izquierda.

Y es en esta confusión en la que la derechona se siente como el pez en el agua, donde encuentra siempre las formas y maneras de hacer avanzar sus intereses y de minimizar los daños que le puedan ocasionar unos resultados adversos, como lo son incluso los del 26-J si los comparamos con los de 2011.

Andrés Hidalgo

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