miércoles, 1 de julio de 2015

Objetivo: terminar con IU


Es evidente que Pablo Iglesias ya debe de tener prácticamente interiorizado que no ganará las elecciones generales, ni solo ni coaligado con nadie, ni en convergencia ni en lo que se ha dado en llamar Unidad Popular, a tenor de lo que dicen las encuestas y las proyecciones posibles, podrá conseguir una estimable representación parlamentaria, similar a la podría haber tenido IU si no hubiera aparecido Podemos, pero ni de lejos ganar las elecciones y prácticamente imposible alcanzar el segundo puesto.

Desde esta premisa corresponde readaptarse rápidamente y tomar medidas, tras la frustración que con toda seguridad se generará entre sus votantes nucleados en torno a la victoria electoral prometida.  Prepararse para una larga marcha, atrás quedará el ahora o nunca y empezarán las dificultades propias de cualquier partido político. Pensando ya en la travesía del desierto, un objetivo central será no tener competencia alguna, de tal manera que las dificultades y las desavenencias que con toda seguridad aparecerán no puedan tener otras referencias políticas.

Terminar con Izquierda Unida ya es un objetivo, arrebatarle sus tradicionales socios en las comunidades históricas, aislarla de cualquier opción que le permita sobrevivir políticamente, aunque para ello, se tenga que decir una cosa y su contraria, como hemos podido ver estos días.

Solo así podrían entenderse, que pese a las innumerables concesiones de Alberto Garzón y del Consejo Político Federal, el resto de los miembros de IU no hemos tenido la oportunidad de opinar, el entendimiento sea imposible.

De nada ha servido cambiar el eje izquierda derecha por el de arriba y abajo, el conflicto de clase por el del ciudadanismo indignado, la convergencia política y social por el de la Unidad Popular, renegar del acuerdo entre organizaciones y atacar la sopa de siglas. Todo ha sido inútil.

Por si faltaba algo, hemos conocido el sistema de determinación de candidatos que el equipo dirigente de Podemos quiere poner en marcha, una lista única para todo el estado y votación en plancha con sistema mayoritario (la lista que gana pone todos los candidatos) se trata de asegurar la fidelidad de todos los diputados electos recurriendo a un verticalismo que únicamente encuentra parecido en nuestro país en el PP.

Así es la expresión política del malestar de las clases medias empobrecidas por la crisis cuyo único interés es recuperar el estatus social anterior. Desorganizados podrían alimentar individualmente cualquier opción política, organizados están arrebatando, con el apoyo de los medios de comunicación, la representación de la izquierda alternativa al presentarse como radicales con posibilidades de ganar, arrastrando a colectivos desideologizados y captando a las vanguardias sociales interesadas generacionalmente en ocupar los puestos en las instituciones.

Pero una vez conocido el continente y el contenido de los que se dicen de la nueva política, en lugar de reaccionar, ahora nos disponemos a inmolarnos defendiendo la misma estrategia que en las Autonómicas,  continuar llamando a la puerta de Podemos y pidiendo la unión hasta el día que se cierre legalmente el plazo para la presentación de candidaturas. Y en ese momento asumir las sorpresas, que no lo serán tanto,  que el destino nos tenga reservadas.

El tiempo de actualizar un programa capaz de traducir en propuestas y alternativas factibles las soluciones a los graves problemas políticos y económicos que padecemos ira desapareciendo poco a poco, el tiempo de defenderlo públicamente de ponerlo en valor entre los trabajadores y de recabar los apoyos concretos se consumirá y nos iremos paulatinamente haciendo invisibles.

Nos arriesgamos a desaparecer del mapa político español prácticamente sin darnos cuenta, o mejor dicho dándonos cuenta, pero estamos tan agarrotados que nos sentimos incapaces de hacer nada, para salir de una inercia ridícula en la que nos hemos metido nosotros solos.

Tanta relevancia le hemos dado al momento histórico que estamos viviendo que no hemos percibido algo tan cotidiano como que te roben la cartera.

Andrés Hidalgo

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