viernes, 28 de octubre de 2016

Se impone una profunda autocrítica



Parece que el sábado llegaremos al final del ciclo político que tenía por objeto la formación de gobierno tras las elecciones, y llegamos de la peor manera posible para la izquierda, a cualquiera que antes de diciembre del pasado año nos hubiera dicho que este capítulo de nuestra reciente historia terminaría así le hubiéramos dado por loco.

Pero no es solamente el resultado lo que hoy pesa y pesará sobre la izquierda, por desgracia el futuro se presenta profundamente difícil y desconcertante. Dos son los relatos con los que unos y otros pretenderán explicar el desastre y adjudicar las responsabilidades correspondientes en el mismo.

Unos leerán el relato que dice que el PSOE entrego con su abstención el gobierno al PP traicionando a sus votantes y otros reiterarán que Rajoy es presidente del gobierno porque Podemos voto con el PP contra la investidura de Pedro Sánchez. Y así pasará el tiempo y seguirán pugnando por ver que relato se impone, pensando que quien consiga que su relato sea hegemónico habrá ganado la partida.

Pero la realidad es que la partida la hemos perdido todos y además los dos relatos son verdad, es verdad que Podemos tuvo en su mano hacer presidente a Pedro Sánchez y no lo hizo y también es verdad que el PSOE ha entregado el gobierno a Mariano Rajoy contra toda lógica de izquierdas.

Estas dos equivocaciones, por decirlo de alguna manera, tienden a enquistarse y proyectarse en el futuro, ayer tuvimos la oportunidad de verlo en el Congreso de los Diputados, haciendo imposible el necesario entendimiento entre las fuerzas llamadas, más pronto o más tarde, a promover una alternativa al actual gobierno.

No es ajena a dicha circunstancia que en cada una de las dos fuerzas que se ubican en la izquierda (lo sean y se reconozcan así o no), han ganado peso internamente los menos capaces de articular soluciones compartidas. También se echa hoy de menos el papel que hubiera podido jugar una Izquierda Unida consecuente con su propuesta política y su historia (ni por activa ni por pasiva un gobierno del PP).

Así las cosas, parece que hay muchas posibilidades de entrar en una confrontación sectaria entre social-liberales y populistas que lleve al asentamiento y recomposición de la hegemonía del PP y con él la de sus políticas antisociales.

Para no recorrer esta hoja de ruta sectaria, en la que siempre pierden los mismos, sería preciso que se impusiese una sincera y profunda reflexión autocrítica sobre lo acontecido y que los actores internos capaces de racionalizar y de hacer de otra forma la política alternativa desplazasen en sus respectivos congresos a los que, aunque no lo reconozcan, se sienten cómodos en el actual estado de cosas que han ayudado a construir.

Si al final esto no fuera posible, en la izquierda quedaría todo por hacer y necesariamente tendría que hacerse al margen de las estructuras que hoy existen, esto es, por duro que parezca empezar otra vez.

Andrés Hidalgo

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