viernes, 8 de enero de 2021

El populismo de los patriotas

 

El populismo es el mal de nuestro tiempo, la política espectáculo, las soluciones simplonas y fáciles a los graves problemas que nos aquejan, el antagonismo visceral al contrario, la mentira y la propaganda permanente, así como las realidades paralelas fruto de la intoxicación más burda.
Dicen que los que han asaltado el Capitolio están convencidos de que les han robado las elecciones, del carácter ilegitimo del próximo presidente de los EE.UU. y que luchan por restablecer la democracia perdida, salvando las distancias tanto geográficas como culturales, aquí las derechas patrias dijeron lo mismo cuando triunfo la moción de censura al Presidente Rajoy y lo repitieron cuando perdieron las elecciones, bueno aun lo siguen diciendo, asientan dicha ilegitimidad en los apoyos con los que conto el Presidente Sánchez para su investidura, como si todos los votos de los diputados lo valiesen lo mismo y cuando el PP, salvo en Galicia, gobierna lo que gobierna, gracias a los apoyos de los trumpistas españoles.
Dicen que los que han asaltado el Capitolio están convencidos que el presidente Biden quiere nombrar un gobierno comunista y establecer un régimen bolivariano, pues bien, aquí también dicen las derechas patrias que este gobierno social-comunista quiere imponernos algo similar, cuando la realidad es que lo que veremos en EE.UU. como lo que nosotros tenemos, son gobiernos moderados de centro-izquierda que de comunistas no tienen ni siquiera el aliento.
¿Cómo es posible distorsionar tanto la realidad? parece que muchos han desempolvado las aportaciones de Göbbels a la propaganda política «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad» y aprovechando la desesperanza frustrante de tanta desigualdad social, bien aderezada por grandes dosis de odio y una identificación precisa de los culpables de cuanto mal nos rodea, se crea el clima propicio para que el populismo de expanda a gran velocidad.
Las derechas que en un tiempo fueron civilizadas y reconocieron el papel del estado en la redistribución de una parte de la riqueza generada por medio de los impuestos, se han asilvestrado y se niegan con uñas y dientes a contribuir al mantenimiento del estado social. Superado el miedo al comunismo y a las revoluciones que pudieran desposeerles de la propiedad de los medios para producir, se han lanzado a una guerra sin cuartel contra la idea de tener que compartir algo con los demás y todo el que se atreva a llevarles la contraria es acusado de comunista. En un país como los EE.UU. donde solo los multimillonarios pueden llegar a presidentes y en la práctica solo hay dos partidos que puedan llegar al gobierno, resultan grotescas las acusaciones de comunistas.
Aquí, en España, las reacciones no se han hecho esperar, más allá de los aplausos de los trumpistas españoles, las derechas se han empeñado en explicarnos la falta de legitimidad de las izquierdas para condenar el intento de golpe de estado, como si coincidir con el gobierno en algo les fuese a general una urticaria mortal. Vivir en la confrontación permanente, total y absoluta es la estrategia de nuestras derechas patrias y no piensan separarse de ella ni un ápice, tienen una confianza ciega en la bronca y los giros al centro no les duran ni siquiera una semana.
Pero hoy, apenas unos días después de la hazaña, hemos podido ver la valentía del patriota, que tal cual Capitán Araña, se apresta a desentenderse de su responsabilidad, condenando lo acontecido y prometiendo una transición ordenada de la presidencia, tratando de poner a salvo su trasero y su cartera.
Una vez más queda claro que todos los patriotas de bandera lo sin principalmente de billetera. Andrés Hidalgo

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