En estos días hay una insistencia y una presión brutal en la
izquierda, para que votemos al PSOE en primera instancia y si esto no fuera
posible a Podemos. Los que tenemos cierta edad, no es la primera vez que
sufrimos estos envites, siempre con un mismo y aparente objetivo: frenar a la
derecha. A lo largo del tiempo la misma exigencia ha tenido diversas
expresiones, el voto útil, la casa común, la unidad de la izquierda, pero en
esta ocasión han añadido un peligroso y poderoso ingrediente, el miedo. Tenemos
que votar con miedo para evitar el desastre, no hacerlo así, te convierte en un
aventurero cuando no en un quinta columnista. No hacer lo que ellos dicen es
“tirar el voto”.
Ni que decir tiene que el PSOE está encantado, lo repite a cada instante y ahí están las
encuestas para confirmarlo y Podemos que está en caída libre, a méritos
propios, también piensa frenar la caída y sueña con la remontada, confiando en
recuperar un voto que antes fue suyo apelando también al voto útil de la
izquierda alternativa.
Se trata de empujar a la gente de izquierdas a votar lo que pueda
no compartir, como un tributo inexcusable que hay que pagar para ser eficaces y
si te resistes te dicen que es el mal menor y se quedaran tan tranquilos, con
independencia del empequeñecimiento que para la democracia representa no poder
escoger con absoluta libertad, entre las distintas candidaturas.
Todo tan medido, todo tan milimetrado matemáticamente y nadie
quiere reparar en que en la adjudicación de escaños, todos los partidos dejan
un resto de votos sin utilizar que se pierden, esto es, el de los votos que
median entre el ultimo diputado que sacan y el siguiente que no sacan,
circunstancia esta que le ocurre a todos, incluso a los que no sacan ninguno.
Por el contrario cuando se habla del Senado que tiene un sistema de elección
mayoritario, esto es, serán elegidos solo los más votados, nadie insiste en la
imprescindible unidad para vencer, ni en retirar sus candidaturas, ahí se
pueden perder alegremente los votos y los senadores, haciendo oídos sordos de
quienes como Actúa han propuesto presentar listas unitarias de toda la
izquierda al Senado.
Y es que a algunos les cuesta reconocer que las izquierdas son
plurales, que hay distintas propuestas, distintas alternativas, distintas
estrategias y que quien se siente representado en una, no se siente
representado por las demás y viceversa. En lugar de entender que es preciso
movilizar a todas las izquierdas desde los distintos partidos y luego colaborar
en la gestión de los resultados, parece que todo el mundo pretender salvar sus
muebles con los votos que puede arrebatar al vecino.
Es evidente que lo que hay detrás no es otra cosa que puro y
duro interés. Con el 40% de votantes indecisos quien es capaz de repartir
certificados de utilidad. Tenemos experiencia, en el pasado todos los votos que
se depositaron como útiles se terminaron volviendo contra los que los
emitieron, les llevaron donde no querían ir y en su nombre tomaron decisiones
que no compartían.
Pero sin duda, lo que más me duele es ver a muchos sindicalistas,
como yo, hablar del voto útil, no ha sido suficiente ver anteayer como el PSOE
incumplía los compromisos que tenía con los sindicatos en relación con la
reforma laboral o ver a Podemos como reventaba el Pacto de Toledo para no
aparecer acordando en vísperas de elecciones, que además queréis que les
votemos.
Quienes pensamos que es posible y necesaria otra izquierda,
no vamos a dejarnos llevar ni por el miedo ni por la propaganda interesada, con
humildad y pocos medios estamos trabajando para posibilitar que quienes esperan
otra cosa de la izquierda tengan la oportunidad de votar sin tener que taparse
la nariz. Como bien ha dicho Gaspar Llamazares, nuestro candidato a la
Presidencia del Gobierno, no somos un partido buscando votantes, somos un
colectivo de militantes buscando partido.
Porque defendemos otra izquierda y otra forma de relacionarse
las izquierdas, queremos dar continuidad a lo mejor de la historia de la
izquierda alternativa, a la vez que nos desprendemos de algunas inercias desfasadas.
Estamos lejos de quienes no son capaces de hacer lo que
proponen y de quienes proponen lo que saben que no pueden hacer. En poco tiempo
las fuerzas que se denominaban de “la nueva política” se han vuelto viejas, el
aterrizaje en las instituciones no les ha sentado bien, nunca antes las
expectativas y los apoyos se habían venido abajo tan deprisa y es que asentar
la propuesta política únicamente en las emociones y en el cabreo de la gente en
un momento dado, es pan para hoy y hambre para mañana.
Y a la vez, pensamos que es posible colaborar entre todas las
izquierdas desde la diferencia, sin vetos ni exclusiones, desde el
reconocimiento de la pluralidad, sin opas ni entreguismos, sin casas comunes ni
adhesiones acríticas, estableciendo marcos de confianza y respeto, que pongan
en valor lo que compartimos. Así entendemos nosotros la unidad de la izquierda
y así estamos trabajando, tratando de sacar de la abstención a cuantos votantes
de izquierda no se sienten representados y a día de hoy no tienen decidido ir a
votar.
Andrés Hidalgo
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