lunes, 29 de julio de 2019

Salir discretamente del callejón



Al final se cumplió la ley de Murphy:  “si algo puede salir mal, saldrá mal”. Las izquierdas en España están empeñadas en hacer buena esta teoría, no es la primera vez que ocurre y posiblemente no será la última.

Poco a poco se van conociendo los detalles de lo ocurrido y lo que es más importante los porqués, con toda seguridad en unos días quedará poco por revelar y todo el mundo se podrá hacer una composición de lugar que, aunque sea subjetiva, al menos se asentará en datos objetivos y contrastados.

No obstante, ya se han producido cuatro reacciones en la izquierda, que posiblemente nos acompañen todo el verano y ya se están conformando al menos dos alternativas de lo que hay que hacer en el futuro.

La primera reacción la protagonizan los más aguerridos hooligan de Podemos que desde el primer momento se han lanzado, en las redes sociales, a una intensa campaña de desprestigio del PSOE, no hay acuerdo porque el PxxE (así representan gráficamente las siglas) no es de izquierdas, están manejados por el IBEX, nunca quisieron gobernar en coalición, prefieren pactar con la derecha, después del verano pactarán con Ciudadanos y toda una ristra de comentarios ofensivos, cuando no insultos, que alcanzan el ridículo cuando sostienen que Pedro Sánchez no quería a Iglesias en el gobierno porque este último es más listo y le podría hacer sombra. Pretenden ganar lo que ahora se ha dado en llamar el relato, o al menos mitigar los daños bajo el criterio que “no hay mejor defensa que un buen ataque”.

La segunda reacción la conforman los que podríamos llamar “los ninis”, ni unos ni otros, responsabilizan por igual a Podemos y al PSOE de no llegar a ningún acuerdo, cualquier acuerdo razonable, esto es, aceptado por las dos partes,  podría valerles, no quieren ni les preocupan los detalles, sólo el resultado, se sienten defraudados y no perdonarán si no se alcanza un pacto de izquierdas, es más, muchos de ellos amenazan con no ir a votar si se repiten las elecciones.

La tercera reacción es la de los seguidores del PSOE que avalan con carácter general cuanto ha venido haciendo su partido, comparten los argumentos de Pedro Sánchez, Lastra, Calvo, etc.., piensan que con Podemos es imposible entenderse y están dispuestos a seguir dando apoyo a Pedro Sánchez en las iniciativas que adopte, acierte o se equivoque.

Y la cuarta reacción, aunque minoritaria, es la de los que no se desentiende de las responsabilidades que cada una de las dos partes tiene, que constatan tanto los errores del PSOE como los de Podemos y los ponderan, que no pasan por alto lo ocurrido y que contemplan con racionalidad las posibilidades reales de salir del atolladero.

Empezaré por lo que creo que el PSOE no ha hecho bien, en primer lugar no abrir una negociación formal, poniendo por delante los contenidos, con todos y cada uno de los grupos y diputados que podrían votar sí o abstenerse en la investidura.  No dejar meridianamente claro desde el primer día, que Podemos no quería hablar del programa si antes no se le hacían concesiones en su petición de gobierno de coalición, retrasar las negociaciones de forma artificial, ha sido una mala forma de manejar los tiempos y en último lugar pedir constantemente la abstención de PP y Cs, con lo que ha podido dar a entender, aun no siendo cierto,  que jugaba a distintas opciones de forma simultánea.

Las grandes equivocaciones de Podemos, sin duda muy por encima de cualquiera otras, han sido no negociar primero el programa y no aceptar la última oferta del PSOE que gestionó Alberto Garzón y que incorporaba el Ministerio de Igualdad a los de Sanidad y Vivienda junto con la Vicepresidencia de Irene Montero. Una oferta aceptable desde todo punto de vista, que atendía la principal demanda de Podemos, esto es, entrar en el gobierno.

Porque es verdad que Pedro Sánchez y el PSOE preferían y prefieren un gobierno monocolor, no lo negaron nunca, lo propusieron en la campaña electoral y lo propusieron tras los resultados, el ejemplo portugués alentaba esa posibilidad, en Portugal ni el PCP ni el Bloco de Esquerda querían entrar en el gobierno, ni comprometerse con políticas que no compartían, un acuerdo de legislatura asentado en los puntos comunes está dando un resultado que hoy nadie puede negar.

Para el PSOE, salir de su propuesta y empezar a contemplar otras posibilidades, como la incorporación de personas de Podemos a distintos estamentos del aparato del Estado, después ministros independientes en la órbita de Podemos, ministros de Podemos de reconocido prestigio en sus respectivos campos y por fin ministros de Podemos en un gobierno de coalición representaban unas aproximaciones en favor de un acuerdo, que Podemos no ha sabido valorar.

Por el contrario Podemos sólo aceptó hablar de programas cuando se admitió un gobierno de coalición, para volver a plantarse cuando no se aceptaron sus propuestas de ministerios. Pretender presentar como cesiones la renuncia a ocupar cargos y ministerios que no tienes, es algo así como pensar que eres tu quien hace los nombramientos.

Pero tras la pugna entre estas cuatro maneras de entender la realidad que nos acompañaran hasta septiembre, desde la izquierda se abren dos posibilidades para no tener que ir nuevamente a elecciones, una con posibilidades de éxito y otra en mi opinión condenada al fracaso.

Creo que no prosperará la idea de retomar las negociaciones donde se dejaron y como si no hubiese pasado nada continuar la negociación de un gobierno de coalición, ninguno de los dos posibles movimientos necesarios parecen hoy factibles. De difícil manera Podemos puede aceptar la última propuesta que se les presentó y menos después de que el PSOE haya dicho que queda retirada al no haber sido aceptada. Más difícil todavía que el PSOE se avenga a negociar una propuesta por encima de la última tal y como desea Podemos.   

Por lo tanto, la única posibilidad que podría tener éxito pasaría por un acuerdo programático de mayor o menos amplitud, que tendría su concreción en un pacto de investidura o un pacto de legislatura en un gobierno en solitario del PSOE, esto es, una solución a la portuguesa.

Esta posibilidad tiene la ventaja que podría ser aceptada por el PSOE sin problemas en la arquitectura de la misma y ya goza de apoyos significativos entre diversos colectivos en el entorno y dentro de Podemos, desde Izquierda Unida (que la recogía en su último comunicado), Adelante Andalucía y los Anticapitalistas, posiblemente los Comunes de Cataluña, Compromís, Más Madrid y un etc…, que aumentará a medida que se vaya evidenciando que la vía del gobierno de coalición está muerta.

Y no es una mala opción, porque desde la perspectiva ideológica de la izquierda alternativa, tiene partidarios tanto a derecha e izquierda, los más realistas porque les preocupan más los contenidos de programa que quien los ejecute y los más izquierdistas porque no quieren verse comprometidos con decisiones del PSOE que no comparten.

Conclusión, se trata ahora de salir discretamente del callejón poniendo encima de la mesa soluciones primero que sean posibles y segundo que gocen de un amplio consenso entre los votantes de la izquierda.

Andrés Hidalgo

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