Al final se cumplió la ley de Murphy: “si algo puede salir mal, saldrá mal”. Las izquierdas en España están empeñadas en hacer buena esta teoría, no es la primera vez que ocurre y posiblemente no será la última.
Poco a poco
se van conociendo los detalles de lo ocurrido y lo que es más importante los porqués,
con toda seguridad en unos días quedará poco por revelar y todo el mundo se
podrá hacer una composición de lugar que, aunque sea subjetiva, al menos se
asentará en datos objetivos y contrastados.
No obstante,
ya se han producido cuatro reacciones en la izquierda, que posiblemente nos
acompañen todo el verano y ya se están conformando al menos dos alternativas de
lo que hay que hacer en el futuro.
La primera
reacción la protagonizan los más aguerridos hooligan
de Podemos que desde el primer momento se han lanzado, en las redes sociales, a
una intensa campaña de desprestigio del PSOE, no hay acuerdo porque el PxxE
(así representan gráficamente las siglas) no es de izquierdas, están manejados
por el IBEX, nunca quisieron gobernar en coalición, prefieren pactar con la derecha,
después del verano pactarán con Ciudadanos y toda una ristra de comentarios
ofensivos, cuando no insultos, que alcanzan el ridículo cuando sostienen que
Pedro Sánchez no quería a Iglesias en el gobierno porque este último es más
listo y le podría hacer sombra. Pretenden ganar lo que ahora se ha dado en
llamar el relato, o al menos mitigar los daños bajo el criterio que “no hay
mejor defensa que un buen ataque”.
La segunda
reacción la conforman los que podríamos llamar “los ninis”, ni unos ni otros, responsabilizan
por igual a Podemos y al PSOE de no llegar a ningún acuerdo, cualquier acuerdo
razonable, esto es, aceptado por las dos partes, podría valerles, no quieren ni les preocupan
los detalles, sólo el resultado, se sienten defraudados y no perdonarán si no
se alcanza un pacto de izquierdas, es más, muchos de ellos amenazan con no ir a
votar si se repiten las elecciones.
La tercera
reacción es la de los seguidores del PSOE que avalan con carácter general cuanto
ha venido haciendo su partido, comparten los argumentos de Pedro Sánchez,
Lastra, Calvo, etc.., piensan que con Podemos es imposible entenderse y están
dispuestos a seguir dando apoyo a Pedro Sánchez en las iniciativas que adopte,
acierte o se equivoque.
Y la cuarta
reacción, aunque minoritaria, es la de los que no se desentiende de las
responsabilidades que cada una de las dos partes tiene, que constatan tanto los
errores del PSOE como los de Podemos y los ponderan, que no pasan por alto lo
ocurrido y que contemplan con racionalidad las posibilidades reales de salir
del atolladero.
Empezaré por
lo que creo que el PSOE no ha hecho bien, en primer lugar no abrir una
negociación formal, poniendo por delante los contenidos, con todos y cada uno
de los grupos y diputados que podrían votar sí o abstenerse en la
investidura. No dejar meridianamente
claro desde el primer día, que Podemos no quería hablar del programa si antes
no se le hacían concesiones en su petición de gobierno de coalición, retrasar
las negociaciones de forma artificial, ha sido una mala forma de manejar los
tiempos y en último lugar pedir constantemente la abstención de PP y Cs, con lo
que ha podido dar a entender, aun no siendo cierto, que jugaba a distintas opciones de forma
simultánea.
Las grandes
equivocaciones de Podemos, sin duda muy por encima de cualquiera otras, han
sido no negociar primero el programa y no aceptar la última oferta del PSOE que
gestionó Alberto Garzón y que incorporaba el Ministerio de Igualdad a los de Sanidad
y Vivienda junto con la Vicepresidencia de Irene Montero. Una oferta aceptable
desde todo punto de vista, que atendía la principal demanda de Podemos, esto
es, entrar en el gobierno.
Porque es
verdad que Pedro Sánchez y el PSOE preferían y prefieren un gobierno monocolor,
no lo negaron nunca, lo propusieron en la campaña electoral y lo propusieron
tras los resultados, el ejemplo portugués alentaba esa posibilidad, en Portugal
ni el PCP ni el Bloco de Esquerda querían entrar en el gobierno, ni
comprometerse con políticas que no compartían, un acuerdo de legislatura
asentado en los puntos comunes está dando un resultado que hoy nadie puede
negar.
Para el
PSOE, salir de su propuesta y empezar a contemplar otras posibilidades, como la
incorporación de personas de Podemos a distintos estamentos del aparato del Estado,
después ministros independientes en la órbita de Podemos, ministros de Podemos
de reconocido prestigio en sus respectivos campos y por fin ministros de
Podemos en un gobierno de coalición representaban unas aproximaciones en favor
de un acuerdo, que Podemos no ha sabido valorar.
Por el
contrario Podemos sólo aceptó hablar de programas cuando se admitió un gobierno
de coalición, para volver a plantarse cuando no se aceptaron sus propuestas de
ministerios. Pretender presentar como cesiones la renuncia a ocupar cargos y
ministerios que no tienes, es algo así como pensar que eres tu quien hace los
nombramientos.
Pero tras la
pugna entre estas cuatro maneras de entender la realidad que nos acompañaran
hasta septiembre, desde la izquierda se abren dos posibilidades para no tener
que ir nuevamente a elecciones, una con posibilidades de éxito y otra en mi
opinión condenada al fracaso.
Creo que no
prosperará la idea de retomar las negociaciones donde se dejaron y como si no
hubiese pasado nada continuar la negociación de un gobierno de coalición,
ninguno de los dos posibles movimientos necesarios parecen hoy factibles. De
difícil manera Podemos puede aceptar la última propuesta que se les presentó y
menos después de que el PSOE haya dicho que queda retirada al no haber sido
aceptada. Más difícil todavía que el PSOE se avenga a negociar una propuesta
por encima de la última tal y como desea Podemos.
Por lo tanto,
la única posibilidad que podría tener éxito pasaría por un acuerdo programático
de mayor o menos amplitud, que tendría su concreción en un pacto de investidura
o un pacto de legislatura en un gobierno en solitario del PSOE, esto es, una
solución a la portuguesa.
Esta
posibilidad tiene la ventaja que podría ser aceptada por el PSOE sin problemas
en la arquitectura de la misma y ya goza de apoyos significativos entre
diversos colectivos en el entorno y dentro de Podemos, desde Izquierda Unida (que
la recogía en su último comunicado), Adelante Andalucía y los Anticapitalistas,
posiblemente los Comunes de Cataluña,
Compromís, Más Madrid y un etc…, que aumentará a medida que se vaya
evidenciando que la vía del gobierno de coalición está muerta.
Y no es una
mala opción, porque desde la perspectiva ideológica de la izquierda
alternativa, tiene partidarios tanto a derecha e izquierda, los más realistas
porque les preocupan más los contenidos de programa que quien los ejecute y los
más izquierdistas porque no quieren verse comprometidos con decisiones del PSOE
que no comparten.
Conclusión,
se trata ahora de salir discretamente del callejón poniendo encima de la mesa
soluciones primero que sean posibles y segundo que gocen de un amplio consenso
entre los votantes de la izquierda.
Andrés Hidalgo
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